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EL LIBRO QUE CRECIÓ CONMIGO: LUIS GRAU LOBO

La primera vez que lo leí no entendí nada y, aun así, me gustó. Me gustó mucho, de tal manera que insistí con esa perseverancia de la edad que desaparece con el uso. Seguí sin entenderlo muy bien, pero me gustó más aún. Yo era un chaval y hacía muy poco que, por recomendación, había leído “Cien años de soledad” y de inmediato, tal era la impresión que me causó, devoré alguna novela más de lo que entonces se llamaba -¿se sigue llamando?- realismo mágico o el boom latinoamericano. Aquellas torrenteras verbales que habitaban tierras prodigiosas y daban cuenta por igual de sucesos inverosímiles y ciertos configuraban mitologías nuevas con voces del otro lado del mismo océano verbal. El deslumbramiento arrasó mis lecturas anteriores y todavía hoy me sumerjo a menudo en aquellos ríos con lechos de piedras como huevos prehistóricos. LUIS GRAU LOBO En alguna parte escuché que aquella literatura tan distinta tenía precursores, con fundamentos que la explicaban. Fui, por tanto, en busca de ese p
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EL LIBRO QUE CRECIÓ CONMIGO: BRUNO MARCOS

Fue una lectura muy extraña de mi infancia. Realmente no sé si se trata de un libro para niños. Lo leí por imperativo escolar. Con la lista de obras que nos proponían en la mano, acudí a la biblioteca que había dejado mi hermano en tres estanterías del salón cuando se marchó a estudiar fuera y allí estaba: ‘Alfanhuí’. Lo encontré entonces muy siniestro y muy imaginativo, lleno de una desolación enorme, con paisajes que me daban miedo, atardeceres carmín, bermellón y sangre, amaneceres de oro y amarillo, caminos a ningún sitio... Lo he leído varias veces a lo largo de mi vida, recuerdo haberlo hecho por primera vez con ocho o nueve años y quedarme sobrecogido. Reconocía en sus páginas un estado de la sensibilidad que me era cercano, algo extrañamente triste, bello y familiar. Momentos que había experimentado de camino al colegio en mañanas frías o soleadas, con el viento azotando las calles como a un espacio abandonado, mirando los pajarillos en los charcos, saltando las líneas de las a

SIMÓN: GUÍA DE LECTURA

"Con las pupilas esforzadas en unos ojos sorprendidos por la luz, lo que debía dirimirse a continuación era la búsqueda de una nueva novela, la que cada domingo le escondía su primohermano en algún punto de la casa. Porque después de salir de fiesta cada sábado, Rico, preciosamente intacto y magnífico por sellado su misterio, le compraba un libro de segunda mano en el rastro dominical del barrio, el mayor mercado de libros de segunda mano de Europa. Luego paraba a tomar un café para templar su borrachera y encendía con sus subrayados frases que eran calambres y pasajes que eran pistas para su primo. Simón debía buscar el libro incluso antes de ponerse ante su Cola Cao con grumos y sus magdalenas de La Bella Easo. A menudo desarrollaba sus pesquisas a partir de un acertijo que Rico le colocaba bajo la almohada o de un camino de flechas marcadas con cinta aislante. La pista también podía estar escondida en alguna noticia del periódico que su padre había dejado en la cocina del piso.

EL LIBRO QUE CRECIÓ CONMIGO: CARMEN PALOMO

Algunos teóricos neodarwinistas opinan que el ritmo de la evolución biológica no es constante: el registro fósil parece indicar que hay épocas en las que los cambios evolutivos se producen con una relativa rapidez y otras, más prolongadas, de estabilidad. Este enfoque, llamado "teoría del equilibrio puntuado", presupone saltos evolutivos acelerados. Mi experiencia, especialmente en las etapas geológicas de mi formación lectora, sigue ese patrón: fogonazos. Leer no es, ni fue, un paseo pautado por tranquilas avenidas primaverales. Leer era, y es, zambullirse en la selva de lo humano relatado, el tumulto de los sonidos articulados, la ventana abierta sobre el pasado y sobre el Otro. Y eso sucede entre hallazgos deslumbrantes e incendios incontrolados. En el libro que crece conmigo leí, illo tempore, sin que pueda evitar sonreír al releerlo: Moça tan fermosa non vi en la frontera, como una vaquera de la Finojosa. Faziendo la vía del Calatraveño a Santa María, vencido del sueño,

IRENE VALLEJO: EL INFINITO EN UN JUNCO

"Este es un libro sobre la historia de los libros. Un recorrido por la vida de ese fascinante artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo. La historia de su fabricación, de todos los tipos que hemos ensayado a lo largo de casi treinta siglos: libros de humo, de piedra, de arcilla, de juncos, de seda, de piel, de árboles y, los últimos llegados, de plástico y luz. Es, además, un libro de viajes. Una ruta con escalas en los campos de batalla de Alejandro y en la Villa de los Papiros bajo la erupción del Vesubio, en los palacios de Cleopatra y en el escenario del crimen de Hipatia, en las primeras librerías conocidas y en los talleres de copia manuscrita, en las hogueras donde ardieron códices prohibidos, en el gulag, en la biblioteca de Sarajevo y en el laberinto subterráneo de Oxford en el año 2000. Un hilo que une a los clásicos con el vertiginoso mundo contemporáneo, conectándolos con debates actuales: Aristófanes y los procesos jud

EL LIBRO QUE CRECIÓ CONMIGO: ILDEFONSO RODRÍGUEZ

Empezar por una fecha. Y  una bien marcada: el año 1968, el año del mayo francés (y la masacre de Tlatelolco, en México; y las protestas del campus de Berkeley, California). En León una pandilla de adolescentes nos repartíamos entre  distintas aficiones: tocar rock and roll, escribir poesía, protestar -por todo, decían nuestros padres-, ligar, el amor, la amistad. Vivir, sobre todo vivir con el máximo de libertad que se pudiera. Libertad vigilada: el llamado tardofranquismo significaba los obispos como siempre en el poder, los meapilas peligrosos del Opus Dei. Y el General yendo a la condición de momia.  Para los que queríamos escribir poesía, Federico García Lorca fue el gran nombre de nuestro antifranquismo visceral (nos iba la libertad en ello). La proto-víctima del terror falangista, asesinado justo al mes de que unos generales venidos de África traicionasen a la República. Así han quedado en la historia mundial aquellos hechos. Ahora se puede encontrar cualquier nombre en la Red.

EL LIBRO QUE CRECIÓ CONMIGO: SUSANA BARRAGUÉS SAINZ

A veces todo está imbuido de una trasmutación dorada y la conciencia penetra entre brillos en un canto.  Pero cada corazón tiene su tiempo para la música, y una vez que esa música cesa se entra en un tiempo melancólico, en el que se da la total ausencia de trances. Lo busques cuanto lo busques. Yo, por ejemplo, ya he muerto levemente en el día de ayer. He sido sustituida por un ave del paraíso que en mi lugar duerme y ama. Porque nunca pude soportar el estruendo que hace la realidad, fui excluida del delirio colectivo. Y me tuve que dedicar a pelar patatas y leer libros. Por eso comprendo a la mujer que mira hacia delante, pero insiste en caminar hacia atrás como un cangrejo. Eso es escribir. Y comprendo sin penetrar en su clarividencia. Leer a Clarice es entrar en el reino de las despensas de cocina decoradas con puntillas blancas, y permanecer allí, leyendo, en estado deslumbrado. Leí “La hora de la estrella” en la seguridad del ambiente doméstico. Nada, ni los puerros sin cortar, ni